Tras el paso efímero de Arantxa Sánchez Vicario al frente del equipo español de Fed Cup, España ha decidido apostar por su otro gran referente, Conchita Martínez, con el objetivo de rescatar a un tenis femenino huérfano las dos últimas décadas de una gran figura.
La ex número dos mundial y campeona de Wimbledon de 1994, toma el relevo en un momento crucial, a las puertas de un cambio generacional que ella misma califica de “ilusionante”.
“Es un reto”, reconoce, “tenemos un grupo muy bueno de diferentes edades, unas ya veteranas que lo están haciendo bien, y otras jovencitas que vienen pegando fuerte.
El año pasado hicieron muy buenos resultados y si siguen la progresión podemos ilusionarnos. Tenemos cosas por las que soñar”. Su optimismo se sustenta en jugadoras como las guipuzcoanas Lara Arruabarrena (20 años) y Garbiñe Muguruza (19 años), o la alicantina Mª Teresa Torró (20 años), todas ellas situadas ya entre las 100 mejores del mundo.
De hecho, ‘Tita’ Torró ha sido la gran novedad de su primera convocatoria para la eliminatoria del Grupo Mundial II ante Ucrania. “Quiero ir incluyendo a las jóvenes en las eliminatorias poco a poco, para darles una oportunidad”, asegura la aragonesa consciente de las aspiraciones de un equipo que anhela regresar a la elite: “Es prematuro decir si vamos a poder estar en el Grupo Mundial I este año, pero las opciones las tenemos. Tengo mucha fe en las jugadoras y estoy segura de que van a dejarlo todo”.
La herencia olvidada
Lejos queda el recuerdo de los cinco títulos logrados por España en las 10 finales disputadas en los años 90, con la propia Conchita y Arantxa como protagonistas. La ahora capitana frunce el ceño cuando se le pregunta qué se ha hecho mal para no haber aprovechado aquella herencia: “Es una pregunta un poco difícil, y no tengo la respuesta. A las que han venido después se les ha exigido y comparado demasiado con nosotras. Hemos tenido jugadoras que han ganado cosas importantes, pero es verdad que ha faltado alguna que se meta entre las diez primeras y tire del carro para que las demás se den cuenta de que también lo pueden hacer”.
Ella jugó la primera final española con apenas 17 años, ante un Estados Unidos que contaba con Chris Evert y Martina Navratilova en sus filas. “Fue impresionante, nosotras éramos muy jovencitas y lo hicimos muy bien ante un equipo tan sólido que tenía a jugadoras veteranas pero que seguían ahí. Fue una experiencia muy buena para aprender”. Tras aquella final de 1989, las españolas forjaron un equipo de leyenda. “Quedarte con un título es difícil porque todos tienen algo especial. En Valencia, fue impresionante por jugar en casa, pero también lo fue cuando ganamos en Nottingham”.
El último título llegaría en 1998 superando a domicilio a la Suiza de la entonces nº 1 mundial Martina Hingis: “Recuerdo que acabé cansadísima aquella final, nos desgastamos mucho con partidos larguísimos, pero fue muy gratificante ganar ante Hingis y Schnyder jugando realmente bien”. Todos aquellos éxitos hicieron que Conchita Martínez recibiera, junto a Arantxa Sánchez Vicario, el primer galardón “Fed Cup Award of Excellence” otorgado por la Federación Internacional de Tenis en 2001.
Source: extracto de Jordi Gázquez. Fed Cup oficial.
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